10 nov 2010

las manos que teñían nanas

de nunca crecer


reptan silenciosas entre el tumulto

de pelusas de escoba



de arrebatos de té y tabaco

en clave de sol sin amanecer


esas manos de nana

dejando a su paso hilillos

de flores de hiel
en el leve espacio entre tecla y tecla

en esas diminutas ranuras de pétalo de rocío

se sumergen los tenues versos

que desertan de mis manos



debajo de cada palabra hay una palabra

una selva de poemas dormidos