14 giu 2009

Novos Filosofos.

Pois bem. Crise global da economia. O mundo, que pela primeira vez é “mundo inteiro”, agora se vê frente seu maior pesadelo. Não é de agora que essa crise rói os túneis sombrios do crédito e da economia. Robert Kurz, em Colapso da Modernização – Da derrocada do Socialismo de Caserna à crise do... , expôs brilhantemente o futuro inevitável de uma determinada maneira de se tocar as coisas. Não só o fim dos sistemas políticos do leste europeu, mas também a economia capenga dos paises subdesenvolvidos mostram bem o limite interno do sistema produtor de mercadorias.
Agora, com o Estado já indissociável da economia, falsamente esperado como um salvador, não nos resta mais nada alem de apreciar o desabamento descomunal do mundo globalizado. Mas... e depois?
Melhor dizendo, e agora?

A crítica-cri-cri não deixa de balbuciar apontamentos vãos acerca do fim do mundo que a gente conhece. Sem ao menos encontrar aí as fissuras de um possível. Completamente circunscritos nos limites da ontologia capitalista, cegos para o Fora do mundo que conhecemos. Ao menos não andam por aí pedindo “mais mercado, mais consumo”. De qualquer forma, é necessário, e já seguindo um fluxo ‘pós-moderno’ de pensamento, inclinar o devir para alem do capital, forçar a passagem para novos modos de ser, de existir, individual e coletivamente. Mas como?

Negri e Hardt, no livro Império, na mão dupla de evidenciar o novo regime de poder e de apontar as possibilidades de resistência, já trazem elementos consistentes para se pensar o que pode vir a ser. O poder constituinte da multidão abre um campo de efetividade das potencias dos corpos, a biopolítica. De modo que, enquanto ricochete da multidão, o Império já não passa de um vampiro parasita, e a ação coletiva pode se dar em diversos sentidos. O recurso conceitual que Negri e Hardt oferecem é de fato consistente. E extramente necessário.

Entretanto, é em Nietzsche que aspectos mais pontuais emergem para se pensar a potência.
No livro Ecce Homo, em Por que sou tão inteligente?, Nietzsche diz:
“Me interessa de maneira bem diferente uma questão à qual a ‘sorte da humanidade’ está ligada muito mais intimamente do que qualquer questão teológica: a questão da nutrição. A gente pode formula-la da seguinte forma para suas próprias conveniências: ‘Como é que deves te alimentar a fim de alcançares teu máximo de forças [...]’”.
Mais adiante, acrescenta a essa questão outras duas: lugar-clima e diversão.
Ou seja, três questões fundamentais para se pensar a potencia.
A relação que forçosamente estabelece-se aqui, é que para construir uma nova comunidade, novas maneiras de se relacionar e existir, é necessário também a construção de novos hábitos alimentares, novos critérios da escolha do lugar em que se vive, e também acerca da diversão.
Pode parecer extra-filosófico, ou nada crítico. Mas o que farão os críticos com o fim do capitalismo?
Não se pretende estabelecer qual o modo certo de se alimentar, mas talvez, apontar alguns critérios imanentes para uma vida afirmativa, a partir das três questões abordadas por Nietzsche.

13 giu 2009

La intervención social desde una perspectiva ateológica

«Aquí se dividen los caminos de los hombres:
¿Quieres paz espiritual y felicidad? Cree.
¿Quieres ser discípulo de la verdad? Investiga.»
Carta de Nietzsche a su hermana,
Bonn; 11 de junio de 1865.



En ocasiones, no somos conscientes de aquellos aspectos, inconscientes, que actúan como pilar en nuestra profesión. Nos movemos, sin pensar, por el camino trazado por instituciones, organizaciones, empresas…, nos centramos en el aquí y en el ahora (a la manera gestáltica), olvidando lo que fuimos y lo que queremos ser, y es que quien pierde los orígenes pierde la identidad 1 y quien pierde el futuro, su dignidad. Vemos, entonces, en este punto, un conflicto que se posa en el seno del Trabajo Social; nos perdemos en cuestiones relativas a la imposibilidad de hacer intervención, sin recordar lo fundamental: los factores políticos, sociológicos y culturales que impiden o posibilitan esta práctica.
Esperanza Molleda Fernández, en su artículo ¿Por qué decimos que «no podemos hacer intervención social»? 2, da pie a que nos involucremos teóricamente en la práctica de nuestra profesión, aún sin ella misma involucrarse, metódicamente, en los orígenes de aquello que se cuestiona, y aún menos, en la profundización teórica sobre el qué, el cómo, y lo más importante, el por qué debemos hacer intervención social. He aquí, en estas tres cuestiones, la involucración ideológica que se echa en falta a lo largo de este artículo.

Históricamente, la evolución del Trabajo Social ha sido la evolución de toda la sociedad occidental, obviamente, esto de forma genérica. El Trabajo Social nace de la mano, de la mal llamada, caridad cristiana, al igual que nuestra sociedad, nuestra cultura, está empapada de aquellos valores judeocristianos que, guste o no, impregnan toda nuestra existencia social, todas nuestras ciencias (bien es cierto la influencia de los valores judeocristianos en, por ejemplo, la medicina al negarse, ésta, entre otras cosas, a la práctica de la eutanasia) y, aún peor, todas nuestras certezas e incertidumbres.
La sociedad occidental se ha desplazado por un trayecto opaco teñido por la sangre de herejes, durante los dos mil años de su historia particular. Se ha desplazado de la mano del Cristo que amaba al prójimo mientras golpeaba a los mercaderes que malvendían sus productos en el templo 3, de la mano del Yahvé que prometía tierras a un pueblo elegido 4, negando ese privilegio al resto de pueblos.
El Trabajo Social surge de esta hipocresía judeocristiana; pero no todo está perdido. Somos seres sociales (y por tanto, influenciables), desde luego, pero tenemos la capacidad de variar esta sociedad y, aún más si cabe, capacidad de cambiar sus insostenibles e inconsistentes valores.
Pero aquí no acaba todo.
La política, es víctima y verdugo, también, de aquellos valores. Víctima como esclava de la cultura, a la que se somete sin réplica alguna y verdugo como poder coaccionador de ésta. Y aquí, en la cumbre de la política/ideología política, el Trabajo Social cobra su máxima relevancia, mal ejercida y por qué no, mal entendida: el trabajador social como soldado de una aparato estatal cuya búsqueda/fin es el amansamiento de la ciudadanía, el trabajador social que sucumbe al poder, que lo abraza, que no razona su posición, que no evoluciona, que no construye, que no crea el arte que algunos se jactan de señalar.
Se discute sobre la predilección (o la incompatibilidad) entre la intervención social y la gestión de recursos, no sobre el poder que permite ambas actuaciones. No nos interesa el por qué de las cosas, su procedencia, y por tanto, su esencia. Nos fijamos en lo banal, en las formas, cuando todavía desconocemos la estructura de esas formas.

Ahora, habiendo dado unas leves pinceladas sobre aquellos factores, anteriormente señalados, que posibilitan o no la práctica de la intervención social, abordaremos esta materia desde un aspecto meramente práctico:
Según Esperanza Molleda Fernández el objetivo de la intervención social “(…) es siempre producir cambios tanto en los sujetos implicados como en la situaciones sociales en las que viven en pos de la inclusión social” 5. En este punto, la autora, apunta también, que se obvia todos aquellos factores que rodean las situaciones de nuestros posibles usuarios. Bien es cierta está afirmación, que nos puede llevar a la creación de realidades parciales (y por tanto, erróneas) pero, a pesar de esto, no se nos propone una vía clara hacia la erradicación de esta grave, y a la vez acertada, acusación.
La autora vuelve una y otra vez, durante todo su artículo, hacia la destrucción de los aspectos que afectan, en la praxis, a la intervención social, dejándose en el tintero o quizás temiendo, tratar abiertamente la construcción de una nueva forma de intervención social.

La intervención social se asienta sobre la malformación de nuestros valores. ¡Volvamos, pues, hacia la construcción de éstos!
Nietzsche ya lo señalaba cuando trataba el nihilismo (ahora, en pleno auge) y proponía la creación del superhombre:

«Yo os enseño el superhombre. El hombre es algo que debe ser superado. ¿Qué habéis hecho para superarlo? Todos los seres han creado hasta ahora algo por encima de sí mismos: ¿y queréis ser vosotros el reflujo de ese gran flujo y retroceder al animal más bien que superar al hombre? ¿Qué es el mono para el hombre? Una irrisión o una vergüenza dolorosa. Y justo eso es lo que el hombre debe ser para el superhombre: una irrisión o una vergüenza»
6

Hemos de crear unos nuevos valores para una nueva sociedad, lejos de ésta que cae sobre su propio vacío existencial. Una nueva sociedad no basada en la simple y trivial sustitución de unos sujetos por otros (como bien nos hace entender la ideología neoliberal y de la que los trabajadores sociales occidentales nos tendemos a aferrar) sino en el pleno tratamiento (intervención) de los valores, de su esencia y de ahí, de su forma.
La intervención social no ha de ser un medio para la consecución de unos fines centrados en la necesidad-problema, más bien debería ser la pluma con la que tracemos un nuevo mundo, fuera de teorías marxistas, neoliberales, weberianas, fuera de la tercera vía; dentro de una auténtica lucha contra la antifilosofía 7, la antipolítica, la antisociología y, por qué no, el antitrabajo social (entendido a la manera de Michel Onfray) al que nos vemos abocados.

Para finalizar con la reflexión, es interesante tratar el tema sobre la dificultad de hacer Trabajo Social. Es imprescindible comprender todos aquellos factores externos e internos que afectan a la profesión y, también, pues somos (o seremos) profesionales expuestos al público, comprender la visión que se tiene sobre nuestro ejercicio teórico-práctico.
Desde mi punto de vista, hacer Trabajo Social entraña una gran dificultad. Es obvio que esta dificultad se deriva de las diversas individualidades que poseen nuestros posibles usuarios; cada persona es única, efectivamente, y por tanto, debemos comprender la flexibilidad de los diversos tratamientos a aplicar, ser conscientes de los efectos de nuestra intervención y, ante todo, de los deseos del usuario pero, aún así, sabiendo que el individuo deja de ser él mismo; adopta por completo el tipo de personalidad que le proporcionan las pautas culturales, y por lo tanto se transforma en un ser exactamente igual a todo el mundo y tal como los demás esperan que él sea 8.
De aquí, que debamos comprender todos los aspectos sociales, políticos, económicos, culturales de los usuarios, sabernos capaces de aceptarlos (que no necesariamente compartir con ellos sus creencias).
Y por último, y quizás siendo este punto el origen de toda mi reflexión, el Trabajo Social no sólo conlleva una gran dificultad en su práctica sino, más bien, en su teoría, la cual se basa simplemente en la práctica y no busca soluciones teóricas que vayan más allá de lo experiencial, que sobrepasen los límites de esta realidad.



1 Raimon. “El recital de Madrid”, 1976. Jo vinc d´un silenci: Jo vinc d'un silenci/que no és resignat, /d'on comença l'horta/i acaba el secà, /d'esforç i blasfemia/perquè tot va mal:/qui perd els orígens/perd identitat.
2 Esperanza Molleda Fernández. Cuadernos de Trabajo Social Vol.20 (2007): 139-155. ¿Por qué decimos que «no podemos hacer intervención social»?
3 Biblia. Nuevo testamento. Jn 2, 15: Jesús, al ver aquello, hizo un látigo de cuerdas y echó fuera del templo a todos, con sus ovejas y bueyes; tiró al suelo las monedas de los cambistas y volcó sus mesas.
4 Talmud De Babilonia. Tratado Baba Metzia. Folio 114. Columna 2: Vosotros israelitas, sois llamados hombres, en tanto que las naciones del mundo no merecen el nombre de hombres, sino el de animales
5 Esperanza Molleda Fernández. Cuadernos de Trabajo Social Vol.20 (2007): 139-155. ¿Por qué decimos que «no podemos hacer intervención social»?.Pág. 148
6 Nietzsche, Fiedrich. Así habló Zaratustra. [versión digital]. Pág. 5.
7 Michel Onfray. Tratado de ateología. Ed.Anagrama. Barcelona, febrero de 2008. Pág. 37: La antifilosofía –corriente del siglo XVIII, cara sombría de las Luces que sin razón olvidamos y que deberíamos, no obstante, volver a analizar bajo la luz del presente a fin de mostrar cómo la comunidad cristiana recurre a cualquier medio, incluso a los más indefinibles desde el punto de vista moral, para desacreditar el pensamiento de los temperamentos independientes que no se entregan a sus fábulas-, la antifilosofía, pues, combate con violencia inaudita la libertad de pensamiento y la reflexión ajena a los dogmas cristianos.
8 Fromm, Erich. Miedo a la libertad. Ed.Paidós, 2006. Fromm, miembro de la Escuela de Frankfurt hasta finales de los años 40 y uno de los principales renovadores de la teoría y práctica psicoanalítica.


Confissões

Há duas semanas que só falo da minha família.

Me diz o que te vem à mente, o que você quiser.
Eu dormi mal. Há algum tempo que durmo mal.

Eu nunca soube começar um assunto assim, do nada. Mas quando você está pagando pra alguém te ouvir, o melhor é começar a aprender. E a gente sempre se força a pensar em algo fundamental. Ele diz que não é necessário, mas você sente que o é só pela maneira como ele seleciona, da sua fala, o que comentar.

Eu dormi mal, sabe. Fico muito ansiosa, penso em várias coisas ao mesmo tempo. Parec...parece que não posso controlar. E vem uma angústia. É horrível estar sozinha em alguns momentos;

Ele está lá te ouvindo, e de repente te interrompe. Faz uma pergunta com um ar misterioso, quer saber o que é estar sozinha para você. E você diz o mais óbvio. Eu digo o mais óbvio: é estar sem ninguém ao seu redor, em silêncio.

Mas ao mesmo tempo você não gosta muito de gente, disse que se sente invadida pelos olhares.
Eu adoro me sentir sozinha. Há solidões e solidões, gentes e gentes.

Para mim é muito claro que quando gosto de estar sozinha, não gosto de estar com outras pessoas e quando quero estar com os outros não quero estar sozinha. Que a solidão quando você está prestes a se jogar não é a mesma daquela que se sente quando nadamos. E que estar em companhia de outros que estão vivendo, trabalhando , enfim, na vida, não é o mesmo que estar no mesmo ambiente com aqueles que te violentam a cada olhar.

Mas você gosta ou não gosta de gente, de estar sozinha?
É horrível estar sozinha em alguns momentos; mas eu também não gosto de gente.

Ele adora que eu me posicione com relação às pessoas, aos sentimentos, à mim mesma. Eu posso me posicionar, mas não sempre da mesma forma.

Me fala do seu tio.
Ele é um ignorante, é surdo, prepotente, ao invés de pensar que não está escutando, pensa que os outros não estão falando direito.
Mas você não disse que age dessa maneira?
...

Sim, eu ajo de muitas maneiras. Ajo como minha mãe, meu pai, minha irmã, meu cachorro, ajo inclusive de maneira muitíssimo parecida à pessoas que eu nem mesmo conheço. No mais, vez ou outra meu comportamento parece com o de uma batata. A analogia entre o meu tio e eu. Ou eu e o meu pai. Para não ser eles eu tenho que ser o oposto deles? E se for o oposto deles, não os estaria imitando da mesma forma?

É, ajo sim. Como o meu tio.
Hum, interessante.

Será que ele acha que me fez ver alguma coisa? Uma contradição no discurso? Porque já percebi que uma contradição no discurso é sinal de problemas ainda não resolvidos. Psicanalistas parecem levar a sério o tal do terceiro excluído: virou até questão de cura.

Eu achei maravilhosa aquela frase que você falou na sessão passada, que o cachorro estava em todos os lugares. Você vê? Ele está em todos os lugares e você se sente sem lugar.
...

Vou trazer aquele demônio pra morar com ele por algumas semanas. Duvido que ele consiga ler Lacan com aqueles latidos constantes: e vai provavelmente desenvolver o mesmo problema da ausência de espaço.

Meu ex era psicanalista.
Não se preocupe, comigo você não terá os mesmos problemas que teve com ele.

Claro que ele pensa isso. O cachorro é a minha família, o meu tio sou eu, e ele também teria que ser alguém – no caso, o meu ex.

Não me preocupo. Meu problema com psicanalistas é anterior a isso.